
Hijo de padres castellanos, Baldomero Fernández y Amelia Moreno, nació en Buenos Aires, Argentina, el 15 de noviembre de 1886. Sus primeros años transcurrieron en un ambiente de abundancia, para padecer posteriormente una gran crisis económica.
A los 6 años se traslada junto a su familia a España, donde vive una infancia placentera y próspera.
En 1897, regresa a Argentina, donde inicia el Bachillerato, que continuará en España, para volver nuevamente a Argentina, donde culmina sus estudios, graduándose de Médico, en 1912.
Sin embargo, ya había incursionado en el mundo literario, admirando a Becker, Lugones, Darío y Antonio Machado, entre otros. Esta doble vocación de médico y poeta la desarrolla en Chascomús, pueblo de la provincia de Buenos Aires, donde instala su consultorio y escribe poemas. En 1914, se muda a Catriló, pequeño paraje en medio de la pampa.
En 1915, publicó “Las iniciales del misal”, su primer libro de poesías, comenzando poco a poco a dedicarse exclusivamente a esa actividad y abandonando la de médico, la que reemplazará por cátedras de Literatura e Historia.
En 1916, surge “Intermedio provinciano” y en 1917 “Ciudad”.
Conoce a Dalmira del Carmen López Osornio, que inspiró “Por el amor y por ella” (1918), contrayendo matrimonio con su musa, el 22 de enero de 1919.
En 1920 surge “Versos de Negrita” y entre 1921 y 1922 publica dos libros de tipo acumulativo: “Nuevos poemas” y “Mil novecientos veintidós”.
En 1923 aparece “El hogar en el campo”, donde expresa experiencias de su propia vida en ese ámbito.
En 1925, preside la Comisión Directiva de la Sociedad de Escritores, de reciente creación. Ese año se publica “Aldea española”, donde su evocación nostálgica de España se muestra en un etilo de formalismo poético. Esta obra lo condecora en 1926, con el Primer Premio Municipal de Poesía. De la misma época, data su libro “El hijo”.
Se suceden a partir de entonces, sus creaciones en estilo de formalismo poético: “Décimas”, “Poesías” (ambas de 1928), “Sonetos” (1929), “Romances” y “Seguidillas” (ambas de 1936).
Fue padre de cinco hijos: César, Dalmira, Ariel, Manrique y Clara. A la edad de 10 años, fallece Ariel, en el año 1937. Este hecho sume al poeta en una profunda angustia. Escribe “Penumbra”, publicado en 1951, donde refleja sus sentimientos de tristeza y desesperación.
En 1941 reune lo mejor de sus escritos en “Antología poética”. En 1943, surgen “San José de Flores” y “La patria desconocida”.
En 1945 se convierte en abuelo, y su nieta le inspira el “Libro de Marcela”, publicado en 1951.
En 1949, aparece “Parva”, que recibió el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores en 1950.
Este escritor post modernista, de estilo sencillo, le dedicó sus versos y sus párrafos al campo, a su aldea en España, a su hijo, a su nieta, a su amor, explorando el mundo de sus propias emociones.
Falleció el 7 de julio de 1950, víctima de un derrame cerebral.
Poemas
AMANTES
Ved en sombras el cuarto, y en el lecho
desnudos, sonrosados, rozagantes,
el nudo vivo de los dos amantes
boca con boca y pecho contra pecho.
Se hace más apretado el nudo estrecho,
bailotean los dedos delirantes,
suspéndese el aliento unos instantes...
y he aquí el nudo sexual deshecho.
Un desorden de sábanas y almohadas,
dos pálidas cabezas despeinadas,
una suelta palabra indiferente,
un poco de hambre, un poco de tristeza,
un infantil deseo de pureza
y un vago olor cualquiera en el ambiente.
AROMAS
Cuando regreso a casa no me lavo las manos
si es que he estado contigo un instante no más,
el aroma retengo que tú dejas en ellas
como una joya vaga o una flor ideal.
Por aquí huelo a rosas y por allá a jazmines,
alientos de tus ropas, auras de tu beldad,
aproximo una silla y me siento a la mesa
y sabe a ti y a trigo el bocado de pan.
Y todo el mundo ignora por qué huelo mis manos
o las miro a menudo con tanta suavidad,
o las alzo a la luna bajo las arboledas
como si fueran dignas de hundirse en tu cristal.
Y así hasta media noche cuando vuelvo rendido
pegado a las fachadas y me voy a acostar,
entonces tengo envidia del agua que las lava
y que, con tu perfume, da un suspiro y se va.
CONTEMPLACIÓN DEL BESO
Debe el beso venir desde la hondura
de una cabeza baja y atraída
en la penumbra gris desvanecida
mientras un viento vuele de frescura.
Boca entreabierta, elástica, madura,
que en el atardecer se haga una herida.
Toda ella roja de profunda vida
con un signo mortal: la dentadura.
Verlo avanzar después muy lentamente
como un ascua encendida o roja estrella
y detenerlo, ay, súbitamente.
Contemplarlo en deliquio y miel de abella,
huir la boca por rozar la frente
y a ella volver para morir en ella.
SONETO
Ya ves que no te suelto, que me ato
a tu recuerdo rubio y vaporoso,
fugitivo en la calle y silencioso,
yo, que era poderío y arrebato.
Me estiro lo que puedo; dudo y trato
de asir tu traje, por ser tuyo, hermoso;
ceñido siempre y a la vez pomposo,
tentación por aquí y allí recato.
Mírame en un café de esta plazuela
en que el tránsito al sol crepita y arde
y en la que todo, hasta un tranvía, vuela.
Pienso en ti, en tus ojos, en tu tarde...
Y me quisiera henchir como una vela
y me refugio en mi interior, cobarde.
TAL VEZ HAYA SOÑADO CON UN BESO INSTANTÁNEO..
Tal vez haya soñado con un beso instantáneo,
dos estrellas fundidas augustamente en una.
Un temblor en el cuerpo y un mareo en el cráneo
y un ponerse la sangre del color de la luna.
No, jamás me has besado ni siquiera la frente,
sólo has puesto los labios o los atraje yo.
Continuaré soñando, Alondra, eternamente.
Ni tú tienes derecho a decirme que no.